LA PAMPA: Una casa construida con ruedas en el Nuevo Salitral
José Farías es músico pero desde muy chico trabajó en el campo, hasta que un accidente laboral lo incapacitó de seguir haciéndolo. La posibilidad de acceder a un terreno propio se hizo imposible y tiempo atrás decidió tomar un terreno en la zona llamada «Nuevo Salitral». Luego de comprobar que iba a ser su lugar, a mitad del año pasado comenzó a construir su casa de una manera muy particular: con gomas de autos rellenas de tierra apisonada. «Esto es antisísmico, antifuego, antitodo», asegura.
Su terreno está ubicado en la calle Gobernador Duval, al fondo, rodeado de decenas de viviendas precarias construidas con mucho esfuerzo y pocos recursos al igual que Farías y su familia, que tuvieron la idea de construir una casa distinta a las demás.
«Yo soy discapacitado, tuve un accidente en el campo y hoy cobro una pensión y soy músico. Viendo los recursos que tenemos acá y teniendo claro que nunca voy a poder comprarme un terreno, vinimos a tomar», admitió a LA ARENA. Y agregó: «Teníamos con mi pareja ganas de hacer algo distinto, entonces empezamos a mirar por Internet hasta que nos encontramos con las casas de goma y nos pareció una manera muy buena y económica».
Desde ese momento, Farías salió con su moto a recorrer la ciudad en busca de cubiertas de auto en desuso para reciclarlas y convertirlas, una por una, en las paredes de una vivienda en la cual pasar los días junto a su pareja y sus dos pequeños hijos, dándoles, según cuenta, «las mejores condiciones posibles».
600 gomas.
Durante la visita que este diario realizó a la «casa de gomas», Farías contó que durante los viajes que hizo con su moto y un carrito logró conseguir 600 gomas de las cuales la gran mayoría usó para levantar la primera parte de la vivienda.
«Empecé a mitad del año pasado y en 40 días ya tenía levantado lo que será el comedor y el baño. Pero antes de poner las gomas tuve que rellenar el terreno porque estaba desnivelado, así que fueron días enteros de pala, tierra, pala, tierra; hasta que quedó bien firme como está ahora», recordó.
Ante la consulta de cómo es el método para que las gomas se conviertan en «ladrillos», Farías explicó que «a cada una de las cubiertas hay que rellenarlas con tierra negra y con una maza compactarla lo más posible» y, luego de rellenar los contornos, «apisonar la tierra en todo el hueco de la rueda».
Según contó, luego hay que apilarlas amarradas entre sí, con los huecos para las puertas y ventanas y las paredes internas. «Esto es antisísmico, antifuego, antitodo. Si le pegás vas a notar que es muy fuerte, muy duro. Incluso hace poco quise sacar una rueda de una de las paredes para abrir una ventana y me costó muchísimo», indicó.
Una vez que levantó las paredes, siguió con una parte más complicada: el techado. «Le iba a hacer un techo con las mismas gomas pero cortar el acero de adentro es muy difícil así que decidí hacerle techo vivo. Busqué pallets para reciclarlos y pegarlos como el machimbre, arriba le eché tierra y la idea es que crezca pasto», sostuvo.
Llevar un mensaje.
Farías está convencido de que de otra manera le sería imposible tener un lugar en el cual vivir. Sin embargo asegura que busca dar un mensaje para la comunidad en la que vive ya que con pocos recursos y un poco de idea y trabajo se puede levantar una vivienda «que no sea insegura ni con las chapas sueltas, como suele pasar».
«Ahora me trajeron tierra con gramilla, voy a revocar y la idea es seguir agrandando la casa para hacerla más cómoda y que pueda vivir mi pareja, mi hija y ‘el jefe’, (en alusión a su hijo) que nació hace siete meses», expresó el hombre. Y concluyó: «Acá hay mucho trabajo, mucho reciclado y mucho folclore».