Raúl Naviliat junto a su esposa Andrea muestran papeles, denuncias y pruebas de la búsqueda de su identidad.
A partir de ahí, hace unos cuatro años, comenzó su búsqueda que casi terminó ya que sólo resta un ADN que lo certifique. Hoy aclara que «no quiero lastimar a nadie, porque hay otras familias en juego, pero yo necesito saber mi origen. El derecho a la identidad es fundamental».
En su recorrido abrió una página en Facebook con miles de usuarios en la misma situación que él. Casado con Andrea Coronel, que acompaña en este camino, contó su historia a EL POPULAR con el fin de ayudar a muchos otros a buscar, a ahorrarse tiempo y a saber adonde y cómo dirigirse. Porque, asegura, «hay muchísima gente en todo el país buscando su origen».
Raúl tiene una hermana unos cuantos años mayor que él. El nació en el año 1966 y siempre creyó que su cumpleaños era el 29 de septiembre. «Yo siempre supuse que era adoptado. De alguna manera nos damos cuenta, si vos me preguntas si hicieron un trato distinto conmigo te digo que no, al contrario, fui siempre el más mimado», dice. «Pero hay algo como comentarios, alguna pelea entre primos, alguna agresión y dudas que uno no explica y lo hace dudar».
El tema es que «cuando es una adopción vos llegás al Registro Civil y en una pestañita al costado están los datos de los padres biológicos. El tema es cuando hay mucha adulteración, nos falta la mitad de nuestra historia».
Su caso
La madre de Raúl falleció hace cuatro años. A pesar de sus dudas, él eligió no preguntarle nunca nada sobre su origen: «Para no lastimarla, por un respeto hacia ella». Pero cuando estuvo internada antes de morir, ella misma le dijo que buscara sus orígenes. «Yo le dije que se quedara tranquila que yo ya sabía y no lo hablamos más. Cuando ella murió, yo empecé a buscar. La versión que yo tenía por su marido (su papá falleció en 1978), era que yo soy hijo de una chica muy jovencita, que tenía 12 años al ser mamá, de Colonia Hinojo. Según el relato, ella habría quedado embarazada en un verano, del dueño de un campo. Nosotros supusimos que trabajaba ahí».
Los hilos empiezan a atarse ya que su madre adoptiva había trabajado en el servicio de Maternidad del Hospital Municipal. Según el relato que a él le cuentan, la madre biológica había ido a internarse con su hermana, se fue a los dos o tres días y él quedó en la sala. Esperaron unos días y como no volvieron a buscarlo «mi mamá me llevó a casa». Un comportamiento que hoy es ilegal, pero que en aquellos años no sólo que no lo era, sino que además resultaba muy frecuente. Tanto que cuando empezó a contactarse con otras enfermeras del servicio, supo que muchas habían hecho lo mismo: tomar como propios hijos que eran abandonados en el Hospital.
«Un día, mi hermana me cuenta que le había dicho a mamá, con cierto tono irónico: ‘mañana es el cumple de tu hijito’. Y que ella le respondió: ‘No, el cumple fue el 11 de septiembre’, o sea unos cuantos días antes de cuando yo había sido anotado». La esposa de Raúl fue a hablar con la médica que firmó el certificado de nacimiento y ella también le dijo que buscara por Colonia Hinojo, pero «después no nos atendió más a pesar de nuestra insistencia».
Allí fue cuando decidió hacer la denuncia formal en la Fiscalía, por supresión de identidad. El caso lo tiene la Dra. Viviana Beytía, «que se portó espectacular, fue haciendo lo que pudo. Accedimos al libro de Guardia del Hospital para ver si reconocía la letra de mi mamá, pero fui a hablar con las enfermeras que trabajaban con mi mamá. Yo iba siempre al Hospital porque vivía enfrente. La primera enfermera me negó la información, pero la hija me paso su teléfono y al hablar me dijo que nunca me iba a contar nada, pero que ella estaba en igual situación que yo, preguntando quiénes eran sus padres». Luego dio con otras dos enfermeras, que habían hecho lo mismo según el relato de sus hijos. «Entonces pedí el certificado de nacimiento en el Registro y todos los firmó la misma médica. Hay una responsabilidad», remarcó Raúl.
Su búsqueda llegó hasta la madre biológica de uno de los hombres que estaban en igual situación que él, porque tenía la necesidad de conocer más, de saber qué sentían, cómo era el modo de actuar en aquel entonces, mientras en su cabeza rondaba la pregunta de por qué se borraba o cambiaba la información. «Esta mujer me contó que la internación era en otro lugar que no era la sala común de parto, pero también a ella le habían dicho que su hija era mujer y había nacido muerta, y después supo que había sido un varón, al que finalmente encontró. Eso me sirvió para pensar que quizás no tenía que buscarme en un 29 ni buscar un varón».
Una fecha diferente
Sabiendo que no había nacido el día que le habían dicho, Raúl y la Justicia buscaron los nacimientos del 11 de septiembre en el libro del Hospital, cuando se registraron cinco nacimientos. Raúl indagó en padrones los nombres de las madres y advirtió que una de ellas no figura con ese nombre en ningún lugar. Esa mujer había tenido supuestamente una hija mujer de 3,950 kilos, algo inédito por el peso y el género en 1966.
La Justicia pidió una pericia de esos datos y allí apareció la gran sorpresa. «La pericia caligráfica (que Raúl mostró a EL POPULAR) demostró que donde dice el apellido Martinez no se puede determinar lo que estaba escrito abajo, pero sí que estaba adulterado, borrado con un bisturí, no con una goma. La pericia demostró también que donde dice ‘casada’ debajo decía soltera y, lo más importante, que donde dice ‘femenino’ por el bebé decía debajo ‘masculino’ y en lugar de Hinojo decía ‘C. Hinojo’ «.
Ahí determinó su fecha de nacimiento, un dato sumamente importante. Y las charlas, los datos que iban surgiendo y el ADN negativo con su hermana terminaron por dar con la madre y el padre biológico de Raúl, ambos con sus propias familias.
«Yo puede tener una certeza pero hay dos familias en el medio, la de mi madre y de mi padre biológico. Yo no quiero afectar a nadie, ni lastimar a nadie. Ni a sus hijos ni sus parejas. Podría exigir una ADN, pero quiero tener más pruebas», asegura. A esto suma que «la genética es caprichosa», mientras muestra fotos con notables similitudes físicas entre sus hijos y sus, hasta ahora, supuestos sobrinos.
Hoy asegura que «si está todo bien los recibo con brazos abiertos y si no, también está todo bien». Hoy él puede sentir la tranquilidad que le otorga estar encaminado en su búsqueda de identidad, algo que miles de personas también necesitan. «Todos tenemos derecho a saber nuestro origen», asegura mientras se ofrece a ayudar. Raúl sabe que su mamá fue a un campo en diciembre y él nació en septiembre. Por eso las fechas cierran. Sólo debe cerrar ahora su propia historia.
Con la ayuda de las redes
«La repercusión de la pagina es impresionante. A Raúl lo llamaron de una página con miles de personas de México, de David Nostas, quien compartió su historia a nivel mundial», cuenta Andrea. La página a la que se refiere se puede ubicar en Facebook: «Alfredo Naviliat (gente que busca gente Olavarría)».
La intención fue narrar su búsqueda, pero se encontró con miles de contactos en la misma situación que pedían ayuda y compartían fotos, datos e información. Y hasta angustias y alegrías. «Hemos encontrado gente que agradece, que cuenta, que se vincula, que por ahí no estaban en la misma provincia. Las redes hoy ayudan mucho. Hay mucha gente que le afectó psicológicamente el abandono. A mí no me desvela la búsqueda, el de arriba dirá si tengo que encontrar todo o no, pero esto te deja tranquilo».
La idea de contar su experiencia y dar a conocer la página es que otros puedan encontrar su origen y ayudar en la búsqueda. «Uno no tiene tantas herramienta, pero algo sabe sobre cómo y dónde buscar. Te da impotencia, pero el derecho a la identidad es fundamental. En la Argentina hay muchísimos casos. Incluso le decimos a las mamás que buscan hijos, que no siempre busquen el varón o mujer que le dijeron. Porque hasta eso se ha adulterado en muchos casos».