Jinetes contra proteccionistas: ¿quién tiene la razón?

Domadores contra proteccionistas: ¿quién tiene la razón?

Unos aseguran que existe desconocimiento y que hay una cuestión política transversal. Los defensores de los animales dicen que la actividad debería ser suspendida.

La luz de alarma se encendió en Bahía Blanca hace algunos días: por solicitud de los proteccionistas de animales, el Concejo Deliberante pedía suspender la jineteada que —en la jornada de ayer— debía llevarse a cabo en la FISA. La decisión desde el centro tradicionalista Las Sierras, de Saavedra, no se hizo esperar: el evento fue suspendido desde la propia entidad para evitar problemas.

La repercusión llegó enseguida, sobre todo a través de las redes sociales: argumentos a favor y en contra se esgrimieron uno arriba del otro mostrando a las claras que el tema está lejos de declararse terminado. Los tradicionalistas temen que haya una avanzada sobre las jineteadas en la zona, y aseguran que existe desconocimiento sobre cómo viven los caballos y en la forma en que se los trata; mientras que los proteccionistas están lejos de bajar los brazos y piensan ir por más.

Desde los centros tradicionalistas coinciden en que el caballo de doma es el que mejor vive: una jineteada dura entre 8 y 14 segundos, dependiendo de la modalidad, y es la única vez que el animal es montado durante el fin de semana. Después —dicen— vive en campo abierto, recibe muy buenas raciones y con suerte volverá a ser usado en algunas semanas. Algunos, aseguran, solo llegan a trabajar un minuto al año. Si no se utilizaran para doma, probablemente se destinarían al frigorífico.

Para los proteccionistas no hay tu tía: el maltrato existe cuando hay un mínimo nivel de sufrimiento innecesario para el caballo. A partir de allí no quedan excusas que valgan y —explican— debe aplicarse la ley nacional 14.346 de maltrato animal, que tiene un estatus mayor que la provincial 10.748, que reglamenta la realización de estos espectáculos tradicionalistas.

Las jineteadas son el objetivo actual, pero también miran de reojo a otras actividades como el turf, las cuadreras o el polo. Pero saben que por el momento no pueden ir contra, por ejemplo, del Festival de Doma y Folklore de Jesús María, sobre todo por la repercusión económica que genera.

Por lo bajo, reconocen que el apoyo logrado en el Concejo Deliberante bahiense fue una cuestión puramente política y que, probablemente, no se consiga tan fácilmente el mismo efecto en los distritos de la región.

Justamente, ese es el temor de los centros criollos: que el resto de los Concejos terminen imitando al de Bahía Blanca. “Si esto sigue así, van a terminar diciendo que al caballo no le gusta correr”, lamentan.

En la actualidad, se calcula que en la zona hay —por lo menos— una jineteada por fin de semana.

Hace un tiempo se quiso uniformar el calendario y evitar que hubiera dos al mismo tiempo, pero fue imposible que los organizadores se pusieran de acuerdo.

Sin premios importantes para los jinetes, usando tropilla propia y llevando a cabo un espectáculo que no sea de grandes proporciones, se calcula que la organización del evento se lleva unos 100 mil pesos. A partir de allí, los números se van incrementando: el alquiler de cada caballo, dependiendo de la categoría en que participe, supera los mil pesos; tener un reservado para instancias finales cuesta al menos 5 mil pesos, dependiendo del renombre del animal; y si se trata de un desafío entre una monta y un gaucho conocidos, el premio es mucho más apetitoso y normalmente se divide en mitades entre el jinete y el dueño del pingo.

Muchas de estas entidades usan estos espectáculos para solventarse a lo largo del año y pagar gastos varios. Además, en la zona han ido apareciendo en los últimos tiempos varias tropillas privadas.

«Una renta política»

Para Mario Ezcurdia, quien fuera relator durante 30 años en el festival de Jesús María, detrás del apoyo al pedido de suspensión en Bahía Blanca hay una cuestión política muy importante.

 “Han evitado ponerse en contra a la protectora. En la provincia de Buenos Aires existe una ley que estipula cómo se hacen las jineteadas y nada puede impedirlas siempre que se cumplan los reglamentos del caso”, señaló.

 “Tal vez haya una renta política en todo esto, pero creo que a la larga no va a favorecer a nadie”, agregó.

Ezcurdia reconoció que es posible incorporar algunas medidas para cuidar más a los animales y evitar que se lastimen, como tener un veterinario en cada jineteada, “pero de ahí a suspenderlas hay un paso gigante”.

 “Es una lucha que viene hace muchos años: siempre habrá algunos que tratarán de suspender y otros que no. No nos vamos a poner de acuerdo, pero debemos dialogar. Por supuesto, siempre que quieran cuidar al animal y no haya intencionalidad política”, expresó.

«Los caballos tienen otro genio»

Según Luis Tourn, del centro criollo El Pegual, de Pigüé, la avanzada contra las jineteadas es algo que se viene dando “desde hace bastante tiempo” y aseguró que todas las instituciones tradicionalistas deben unirse y trabajar juntas en ese sentido.

“Tenemos que luchar, porque si seguimos así no podremos ni usar ropa de campo. La gente de las protectoras está un poco confundida: el animal está controlado, desparasitado, vacunado y no puede viajar si no tiene la libreta sanitaria; algunos trabajan un minuto al año”, explicó.

 “Los caballos de las jineteadas no se pueden usar para otras cosas; tienen un genio diferente. En vez de ayudarlos, los están mandando al frigorífico”, agregó.

Gonzalo Recchi, de la agrupación Cata Villarino, en Carmen de Patagones, remarcó que estas decisiones pueden ser peligrosas a futuro, sobre todo si se continúan suspendiendo jineteadas.

 “Habría que buscar la vuelta para que los proteccionistas vean que los caballos no están maltratados. Hay mucha falta de conocimiento”, dijo.

Sin presiones

Carlos Mansilla, del centro criollo Las Sierras, de Saavedra, señaló que la decisión de retirarse de la FISAfue propia de la entidad y que no respondió a presiones de ningún tipo.

 “Viendo que estaba la política de por medio, decidimos hacernos a un lado. Nadie nos dijo nada, pero no daba seguir con el espectáculo y preocupar a la FISA”, explicó.

Al respecto, reconoció que la entidad no tiene fines de lucro y que hace cuatro o cinco jineteadas al año para pagar el alquiler de los campos donde tienen los caballos.

 “Creo que hay que sentarse a hablar con los proteccionistas y no pelear. Es cuestión de conversar con esta gente y ver a qué llaman maltrato animal. Hay tantas cosas para ver del maltrato, que me parece que esto está fuera de lugar. Pero debemos dialogar”, sentenció.

Acerca del trato

   Martín Oviedo, de la peña Nativista de Coronel Dorrego, sostuvo que el trato de que se da a un caballo de jineteada es mejor que el que recibe uno de trabajo de campo, uno de polo o uno de salto.

 “Un caballo de deporte trabaja más. Un chukker de polo dura 7 minutos, y se corre con espuela y fusta, y hay que ver cómo trabajan con la boca. Un caballo de campo y de trabajo se ensilla a las 7 de la mañana, y en una estancia puede hacer 4 leguas —unos 20 kilómetros— por día; y el que trabaja en hacienda, recibe golpes de las vacas. El que mejor la pasa es el caballo de doma”, dijo.

Al respecto, sostuvo que en la actualidad se controla mucho la sanidad del caballo y que las espuelas que utiliza el jinete no sean cortadoras.

“Hay que cuidar al reservado para que siga corcoveando. No se lo puede castigar y el que lo monta la mayoría de las veces va fantaseando con el rebenque”, aseguró.

“Nos parece atroz que el animal sufra”

 “En todos los argumentos que hemos escuchado, nadie dijo que el animal no sufre o que no hay maltrato animal; lo que escuchamos es que sufre, pero poco, que es un maltrato menor y por poco tiempo. Para nosotros no es justificativo. Nos parece atroz que el animal sufra en forma innecesaria y encima haciéndose un espectáculo de ello”.

Para la ONG bahiense Movimiento de Ayuda y Protección Animal, la cuestión es clara y no hay grises: si hay un mínimo de sufrimiento innecesario para el animal, no hay nada más que discutir. Mariana Sierra, perteneciente a la institución, señaló a La Nueva. que no existe animosidad alguna contra el tradicionalismo argentino, pero remarcó que no se va a permitir cualquier tipo de daño al animal, por ínfimo que sea.

 “Montar un espectáculo donde se aplaude el maltrato, es imposible de justificar e invalida cualquier argumento. Está penado por la ley y entendemos que estos eventos son totalmente prescindibles. No es necesario hacer pasar al animal por una situación así, sobre todo por divertimento”, aseguró.

Por otro lado, no descartó llegar a un acuerdo con las entidades tradicionalistas siempre y cuando se monten espectáculos en los cuales el animal no sea sometido ni sea maltratado.

 “Si eso no pasa, y quieren traer a los caballos y hacer asados, sin incurrir en maltrato animal, lo entendemos como parte de nuestra identidad nacional y de nuestras tradiciones”, señaló.

 “Pero no vamos a aceptar aquellas actividades en las que se incurra en maltrato, como es el caso de la jineteada -haya o no haya rebenque-, donde al animal se lo palanquea y se lo somete en forma involuntaria a una situación en la que se pretende que se enoje, se estrese y corcovee”, agregó.

Para Sierra, los argumentos de los tradicionalistas respecto de las buenas condiciones de vida del animal o que de otra manera serían material para el frigorífico no son válidas, ya que “entendemos que la tortura no puede ser parte de la tradición”.

 “Nadie considera el sufrimiento del animal. Vamos a defender las cosas que nos representan como sociedad actual, porque las costumbres y las tradiciones cambian y evolucionan. En otras partes del mundo hay tradiciones vejatorias incluso para el ser humano y que se han dejado de lado, porque hemos evolucionado”, explicó.

 “Si hay algo representativo de la idiosincrasia nacional es justamente el caballo. Entonces, ¿qué mejor que respetarlo y cuidarlo, y no subyugarlo?”, añadió.

Además, negó que se actúe solamente en contra de las jineteadas.

“Si se organiza un campeonato de polo o carreras de turf, actuaremos en consecuencia, tratando de intervenir. No es un capricho ni hay animosidad hacia la gente de campo; como entidad proteccionista no podemos dejarlo pasar o suponer que no existe este problema”, dijo.

Por último, aseguró que la representación no se circunscribe solo a un grupo pequeño de personas.

 “Representamos a un porcentaje mayor de la población. En 2013 hicimos una presentación similar y no tuvimos repercusión positiva; pero este año la sociedad avanzó, los vecinos están más educados en la empatía y sentimos que somos más representativos de la sociedad bahiense. Además, contamos con el apoyo del bloque oficialista, del intendente (Héctor Gay) y de la oposición: entendemos que estamos representados”, concluyó Sierra.

La búsqueda de un entendimiento

Un reconocido veterinario bahiense manifestó a La Nueva. que, en vez de sacar a relucir “esa cuestión cultural que nos invita a querer prohibir todo”, las partes deberían juntarse y tratar de llegar a un acuerdo.

Señaló que existen dos sectores claramente diferenciados: uno que conoce y vive las jineteadas, que la disfruta como parte de la tradición, y “eso debe respetarse”; y otro que ve las cosas desde un punto de vista ciudadano y carece de conocimientos de la realidad productiva del país y de sus costumbres.

 “Hay que buscar la manera de que estas dos partes se acerquen. La gente debe entender la doma, pero los organizadores no tienen que encapricharse en posturas que podrían evitar problemas”, dijo.

 “Por ejemplo, la mayoría de los animales que muere en las jineteadas, lo hace en el palo, porque se cuelgan. Entonces, ¿por qué no partir desde un corral, como se hace en los rodeos de los Estados Unidos? Solo eso ya permitiría que nadie pueda decir que se murió un caballo en una jineteada”, cuestionó.

Además, consideró que habría que eliminar las espuelas, más allá de que las que se utilizan actualmente no dañan al animal; y que, si hay que sacar el rebenque, se pueden utilizar boinas o ponchos.

 “Creo que es el momento de ceder en cuestiones que no hacen al evento ni a la tradición en sí”, sostuvo.

Más allá de estas consideraciones, remarcó que es fundamental que ambas partes lleguen a un entendimiento.

“Los organizadores tendrían que tener una mayor apertura para explicar determinadas cosas, como por qué se elige un determinado caballo para jineteada; y el proteccionismo tiene que aprender que esos animales están ahí porque alguien los cuida y los alimenta, porque no sirven para otra cosa. Hay que deshumanizar algunas cuestiones vinculadas al sentir del animal”, sostuvo el profesional.

Por último, recordó que estos caballos son indomables por su carácter y que sus criadores, como ocurre en todas las actividades de campo, no pueden tener caballos por tenerlos.

 “Es decir, le dan una utilidad o terminan gordos y en faena. Entonces, también hay que pensar que muchos de estos animales no existirían si no los hubiesen elegido para jineteada”, finalizó.

Qué dicen las leyes

* De qué se trata: La ley provincial 10.748 establece que los espectáculos de destreza criolla consisten en demostrar el dominio, preponderancia y estilo del jinete en la monta de caballos chúcaros; y que deberán hacerse a beneficio de entidades de bien público. La autoridad de aplicación es el municipio.

* Prohibición: Más allá de cuestiones vinculadas con la tributación y organizativas, de seguros y de salud para el público y los jinetes, el texto prohíbe “el uso de elementos o prácticas crueles para estimular la bravura o peligrosidad del potro”. También establece que los malos tratos o actos de crueldad para con los animales se aplicará la ley nacional 14.346.

* Descalificación: En caso de encontrarse algún acto en contra de la integridad del animal, el potro en cuestión será descalificado y retirado. También se establecen exigencias de sanidad animal para todos los equinos, sus suplentes y para los yeguarizos mansos que actúen como apoyo de los servicios.

* Multas: Las infracciones por incumplimiento van desde uno hasta cien sueldos mínimos del agente de la Administración Pública Provincial y la inhabilitación desde un mes a diez años para quien organice.

* De 1954: La ley nacional 14.346 establece penas para personas que maltraten o hagan víctimas de actos de crueldad a los animales. Fue promulgada en septiembre del año 1954, pero en estos momentos hay varios proyectos para modificarla que incorporan nuevas figuras de maltrato y crueldad.

* Actos: Entre las actividades que se consideran punibles, se encuentran no alimentar en cantidad y calidad suficiente a los animales domésticos o cautivos; azuzarlos con instrumentos que les provoquen innecesarios castigos o sensaciones dolorosas; lastimarlos, causarles torturas o sufrimientos innecesarios o estimularlos con drogas. También se considera acto de crueldad el realizar actos públicos o privados de riñas de animales, corridas de toros, novilladas y parodias, en que se mate, hiera u hostilice a los animales. (La Nueva)

 

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