El submarino ARA San Juan tenía la orden de espiar a barcos y aviones británicos
Infobae accedió a los documentos incorporados a la causa que investiga las razones de la desaparición del buque
La pregunta, golpeando la mesa con sus puños cerrados y tensos, no obtuvo respuesta por el ministro Oscar Aguad. Fue realizada el 25 de enero pasado por Silvina Lucía Krawczyk, la hermana de la submarinista Eliana, la única mujer entre los 44 tripulantes del desaparecido ARA San Juan.
En esta nota, Infobae intentará responder el interrogante a través del análisis de documentos secretos y confidenciales que el auditor de la Armada Argentina y el Ministerio de Defensa le enviaron al Juzgado Federal de Caleta Olivia, a cargo de Marta Yañez. Hay al menos dos misiones de dudosa legaliad.
Objetivos británicos
Según la «Orden de Operaciones del Comando de la Fuerza de Submarinos» N° 04/17, fechada el 24 de octubre de 2017, el submarino ARA San Juan debía «obtener reconocimiento preciso» y «localización, identificación, registro fotográfico/fílmico» de aeronaves militares y logística (RAF 130) que responden a la gobernación de las Islas Malvinas y a la Real Fuerza Aérea británica. El escrito precisa que debía recolectar información sobre varios buques, entre ellos el «BP CFL HUNTER», el «HMS CLYDE» y el «FPV PROTEGAT»
La instrucción, rotulada como «CONFIDENCIAL» por la comandancia de la Armada, es precisa. Además de fiscalizar la presencia de pesqueros extranjeros que desarrollan su tarea comercial «fuera de las 200 millas», la tripulación tenía la misión de realizar inteligencia sobre parte de la flota y la aviación de guerra y comercial inglesa con base en las Islas Malvinas. El dato, desconocido hasta hoy, fue negado ante reiteradas consultas periodísticas y de los familiares de los tripulantes por el Ministerio de Defensa y por la Armada.
Fuentes militares consultadas por Infobae no descartan que en el marco de dichas operaciones el buque de guerra argentino haya sido detectado fuera de la Zona Económica Argentina por naves de patrullaje británica. De ser así, la maniobra podría haber sido interpretada como una invasión a lo que consideran una zona de conservación pesquera de las Malvinas. Esta podría ser una de las razones por las cuales el ARA San Juan era vigilado de cerca en una misión anterior por un submarino nuclear, según surge de los reportes confidenciales publicados por este medio la semana pasada. Se desconoce hasta ahora si el capitán Pedro Martín Fernández reportó a sus superiores un contacto similar en la última navegación iniciada en Ushuaia.
En la cartografía británica, parte de la zona hacia donde había sido destinado el submarino está señalada como de prohibición de pesca para buques no autorizados por la gobernación de las Islas Malvinas y es patrullada por naves rápidas inglesas, similares a las utilizadas por la Prefectura Naval Argentina para proteger las riquezas naturales en el mar.
Para que no queden dudas sobre la zona en la que el submarino desaparecido debía realizar sus operaciones de fotografía, localización e identificación, la orden estableció un área de patrullaje denominada «Juliana».
Abarcaba una amplia superficie comprendida por las latitudes y longitudes 46° 00? S, 61° 30? W- 46° 00? S, 59° 34? W- 47° 50? S, 60° 24? W, 47° 50? S, 62° 20? W , cuya proyección demuestra que el submarino y sus tripulantes debían navegar en un área que el Reino Unido considera como propia.
De acuerdo a estos documentos, al submarino argentino se le ordenaba expresamente que violara el artículo 111° de la Convención de la Naciones Unidas Sobre el Derecho del Mar (Convemar), que delimita el derecho de persecución. No existen documentos oficiales que determinen si el ARA San Juan cumplió con esta directriz en la misión en la que desapareció. Sí, en cambio, en su penúltima navegación.
El 9 y 10 de julio de 2017, cuando el ARA San Juan detectó el «rumor sonar» de un submarino nuclear presumiblemente británico por la zona en que navegaba, que en ese caso la Armada Argentina denominó «Área Micaela», se violaron convenios y tratados internacionales.
Los posicionamientos del submarino argentino cuando identificó a su par nuclear lo ubican, según la cartografía naval (ver infografía), el día 9 a las 19:48 a 18 millas náuticas (33,3 km.) dentro de la Zona Económica Exclusiva Argentina. La proyección de la dirección de donde provenía el «rumor sonar» ubica al submarino extranjero cerca de la posición del ARA San Juan. En cambio al día siguiente, el 10 de julio, a las 03:45, ubica al ARA San Juan sobre la línea imaginaria que determina el límite exterior de la Zona Económica Exclusiva. Y esta vez el «rumor sonar» ubica al submarino nuclear mucho más cerca del submarino de bandera argentina.
Los gráficos aquí presentados muestran la ubicación exacta según las coordenadas volcadas por el comandante en el reporte elevado el 14 de agosto de 2017 al comandante de la Fuerza de Submarinos, capitán de navío Claudio Javier Villamide. Es el mismo oficial superior que firmó las dos órdenes de mando que le solicitaban al ARA San Juan realizar tareas sobre objetivos civiles y militares ingleses dentro del área controlada por el Reino Unido.
Villamide, fue pasado a «disponibilidad» junto a otros siete oficiales por disposición del ministro de Defensa hasta tanto la jueza federal Yáñez determine qué pasó con el submarino en su última partida.
Los pesqueros chinos
En la misma orden 04/17 del 24 de octubre también se disponen tareas de inteligencia sobre buques pesqueros que operan fuera de las 200 millas.
En la penúltima navegación, el comandante Fernández no sólo se vio obligado «disminuir los ruidos al máximo» por la «posible presencia de un submarino nuclear». También tuvo un incidente con el pesquero chino LU RONG YUAN YU 883.
Según las posiciones que informó el capitán Fernández, este violento evento en el mar sucedió fuera del 200 millas argentinas. La posición náutica del pesquero de bandera China era «PSN 46° 43, 7S 060° 18′ 1W».
La cartografía naval difundida por Prefectura Naval Argentina demuestra que el buque asiático estaba pescando calamar Illex en aguas internacionales, de manera legal, lo que deviene en innecesaria la presencia del submarino argentino en la zona. Además, esa área suele ser patrullada durante los 365 días del año por embarcaciones especializadas que están bajo la órbita del Ministerio de Seguridad, como el Guarda Costa 27 Prefecto Fique.
La Prefectura, a través de las imágenes obtenidas por el Programa Guardacostas, que opera ininterrumpidamente durante todo el año, ya había identificado al LU RONG YUAN YU 883, el día y el horario marcado por el comandante Fernández. Según esas imágenes satelitales, el pesquero Chino estaba ubicado a 18,17 millas náuticas, fuera de la Zona Económica Exclusiva Argentina. Esto es, a casi 35 kilómetros.
¿Será por esa razón que las autoridades de la Armada Argentina no reportaron el incidente, ni radicaron la denuncia correspondiente? De haberlo hecho, se podría haber actuado jurídicamente sobre el pesquero ya que, según la derrota trazada por el buque de bandera asiática, y tal como se observa en el «reporte histórico» del buque LU RONG YUAN YU 883, estuvo varios días en aguas del Río de la Plata, próximo al puerto de Montevideo, en lo que se entiende como una escala técnica/logística, la que es muy común en este tipo de buques.
La traza exacta del pesquero que intentó agredir –quizás aduciendo defensa- al submarino nacional pudo ser establecida por las herramientas tecnológicas de la PNA que permiten realizar un seguimiento y análisis de las trayectorias de cualquier buque en aguas de soberanía nacional, la denominada «Milla 201», y en el mar libre.
Por ese mismo sistema, se pudo determinar que otros cinco objetivos pesqueros sobre los que el ARA San Juan realizó inteligencia también estaban fuera del área de las 200 millas. Se trata de las embarcaciones Lu Quing Yuan Yu 202, Cosecha, Lu Quing Yuan Yu 209, Lu Quing Yuan Yu 210 y Lu Quing Yuan Yu 206.
Si en la navegación anterior a su desaparición el ARA San Juan individualizó y fotografió a los objetivos ingleses, tal como estaba previsto en la «Orden de Operaciones del Comandante de la Fuerza de Submarinos N° 01», el dato no fue informado en el reporte oficial que consta en la causa.
A esta altura parece difícil que eso hubiese ocurrido ya que el propio comandante Fernández reconoció que durante aquellas tareas encomendadas el único periscopio que funcionaba tenía la óptica dañada, que por momentos solo podía navegar a 5 nudos, que había ingresado agua del snorkel, que desde el momento de zarpar el submarino presentó problemas en su sistema de comunicaciones, que desde el día 11 de navegación perdieron 50 litros de aceite diarios y que, entre otras irregularidades, «a partir del segundo día de navegación se detectó un ruido permanente en la línea de eje entre 65 y 85 revoluciones por minuto (RPM), que se mantuvo a lo largo de toda la navegación».
Esos ruidos, para un submarino, son como los sonidos de un sonajero de un niño para los padres: permiten ubicarlo de inmediato. Es muy probable que esta sea una de las razones por la cual el submarino nuclear no tuvo inconvenientes para detectar en su sonar al ARA San Juan.
Hasta la publicación de esta nota, las autoridades nacionales habían mantenido en secreto las tareas de espionaje encomendadas al submarino.
La única persona con autoridad para responder las inquietudes de los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan es la jueza Marta Yañez, que tiene por delante una tarea compleja. Quizás esta publicación aporte un grano de arena a su investigación.
Fuente: Infobae.